Una visión simplificada sobre el plástico suele olvidar que este ha transformado nuestra forma de consumir, que puede darnos servicio durante más de cincuenta años, que no solo se compone de materia fósil, sino que puede estar formado (cada vez encontramos más ejemplos) de biomasa con desechos vegetales, y que solo un 24,9% de los residuos de plástico en Europa acaba en los vertederos. El 42,6% se reaprovecha para la generación de energía y el 32,5% restante se recicla para insuflarle nuevas vidas.
Porque el plástico es mucho más que un titular acerca de su impacto medioambiental. Y porque quien lo transforma, utiliza y consume, y también quien gestiona su reciclado, forma parte de una cadena de valor ambiciosa, innovadora y cada vez más comprometida con el medioambiente, nos ha parecido interesante el informe Plastics: the facts 2019, de la organización PlasticsEurope, que radiografía la situación del plástico en la Unión Europea, Noruega y Suiza.
Las cifras hablan por sí solas: con una facturación superior a los 360 billones de euros, más de 1,6 millones de personas empleadas y una aportación de 28,8 billones de euros a las arcas públicas en forma de impuestos, el sector del plástico es uno de los pilares de la economía europea. De hecho, constituye la séptima industria que aporta más valor añadido al continente.
Según el informe, Europa produce el 17% de todo el plástico que se fabrica en el mundo. Son 61,8 millones de toneladas que solo quedan por debajo de la producción china (30%) y norteamericana (18%).
Los tres sectores con más demanda de plástico son, según PlasticsEurope, los envases (39,9% del total), la construcción (19,8%) y la automoción (9,9%). El polipropileno y el poliestireno expandido, con los que en Knauf Industries elaboramos soluciones de envase, embalaje, aislamientos con planchas de porexpan y piezas técnicas, figuran entre los polímeros más comunes en Europa.
El plástico en España
¿Y en España? Miremos por donde lo miremos, nuestro país ejerce un liderazgo destacado en el mercado del plástico. Por ejemplo, en 2018 fue el cuarto país europeo con más demanda de los transformadores de plástico, con una cuota del 7,6%, solo por detrás de Alemania, Italia y Francia, y por delante de una potencia industrial de la talla de Reino Unido.
Aún más sorprendente puede resultar la tasa de reciclaje del packaging en España si la comparamos con la de los países vecinos: nuestro país es el segundo que más proporción de envases recicla. Además, junto con la República Checa y Holanda, es el único territorio que supera el 50% en tasa de reciclado. Los datos extraídos de Conversio Market & Strategy Market GmbH también reflejan que la media europea se sitúa en un 42%.
Si ampliamos el foco y nos fijamos en el reciclaje del plástico en general (no solo de envases domésticos, comerciales o industriales), los números también son esperanzadores: según un informe de Cicloplast en colaboración con Anarpla (Asociación Nacional de Recicladores de Plástico), en 2017 se produjo un sorpasso histórico entre el volumen de polímeros reciclados y el de los vertidos. Los primeros alcanzaron un 41% del total y los segundos cayeron hasta un 39%. Completa el pastel el 20% de residuos que se revalorizaron para uso energético.
En líneas generales, el reciclaje es un valor al alza en toda Europa y su evolución es inversamente proporcional a la de los residuos plásticos que acaban en un vertedero. El informe Plastics: the facts 2019 es muy ilustrativo a este respecto. Hace solo una década, los restos de plástico que se acumulaban en los basureros doblaban a los que se gestionaban en las plantas de reciclado. Ahora la tendencia se ha invertido.
Son muchos los factores que explican esta evolución. La concienciación social a favor del medioambiente es, sin duda alguna, un argumento de peso que ha hecho girar la rueda de la economía circular. En paralelo a este movimiento ecologista, los esfuerzos en I+D de las empresas del sector plástico han mejorado los recursos tecnológicos para afinar y optimizar los procesos de transformación y reciclado.
Uno de los últimos ejemplos de esta tecnificación del reciclado lo encontramos en las propias naves de Knauf Industries: este año hemos presentado un colorante negro para envases agroalimentarios que, al contrario que las soluciones de envases con negro de carbón tradicionalmente utilizadas para fabricar envases oscuros, se puede clasificar en las plantas de reciclaje.
Con la colaboración de las empresas de reciclaje de plásticos Citeo y Valorplast y la asociación de fabricantes de envases Elipso, hemos dado con esta nueva sustancia que no absorbe la luz de los separadores ópticos con infrarrojos utilizados en los centros de clasificación. Gracias a esta innovación, se puede identificar el embalaje para proceder a su reciclado.
Este ejemplo retrata a una industria que se encuentra en un proceso de mejora continua. Repensar el plástico es una iniciativa sana para mejorar su funcionalidad y su impacto medioambiental mientras impulsa un crecimiento sostenible de la economía.