Siete notas musicales bien combinadas tienen la propiedad de activar más áreas del cerebro que cualquier otro estímulo. Siete notas musicales alivian la ansiedad, nos hacen sentir más optimistas y liberan en nuestro cerebro dopamina, la hormona de la felicidad, lo que aumenta nuestra sensación de bienestar hasta el punto de influir en los latidos del corazón, el pulso y la presión arterial. Siete notas nos ayudan a dormir, nos hacen participar en ritos sociales, nos sacan a bailar, nos emocionan y nos abren la puerta de la concentración y el aprendizaje. La música ha acompañado a la humanidad desde hace más de 40.000 años y, en una jornada como hoy, Día Internacional de la Música, vale la pena recordar su importancia en nuestro progreso como sociedad y preservarla.
Hay muchas formas de proteger la música: promoviendo su conocimiento y puesta en práctica, por ejemplo, incentivando a los artistas para que creen nuevas composiciones, reconociendo e imitando a los clásicos, haciéndola más accesible con conciertos gratuitos como los que hoy se están celebrando en múltiples escenarios, etc.
Nosotros hace tiempo que estamos comprometidos con la protección de la música en su sentido más literal; apostamos por salvaguardar los objetos más valiosos para cualquier creador musical: los instrumentos. Desde pianos, órganos y tambores hasta clarinetes, guitarras y violines, todos ellos destacan por su potencia para generar melodías, pero también por su alta sensibilidad y fragilidad.
El valor de los instrumentos musicales es elevado y no solo cuantificable económicamente, sino también a nivel sentimental. Para hacernos una idea de su importancia, cabe resaltar que el gasto de los hogares españoles en instrumentos musicales en 2017 fue de 116 millones de euros, según el Anuario de Estadísticas Culturales 2018. El mismo informe recoge que en España existen 260 empresas dedicadas a la fabricación de estos productos y que el sector generó, en 2016, más de 46 millones de euros. Son datos de peso que, sin embargo, distan de los principales mercados mundiales, que son Estados Unidos (7.000 millones de dólares), Japón (1.475 millones de dólares) y China (1.383 millones de dólares), según Music Trades.
Precisamente para proteger a través del embalaje los artículos más valiosos que se distribuyen en la industria nació el poliestireno expandido (también conocido como EPS o Airpop).
Las principales soluciones de poliestireno expandido para proteger instrumentos musicales durante su almacenamiento y transporte van desde las fundas y estuches con poliestireno expandido (EPS) interior hasta láminas, planchas, peines y cofres para separar, compensar, apilar y proteger los instrumentos musicales.
El alto contenido en aire del poliestireno expandido, equivalente al 98% de su composición, hace que tenga una elevada resistencia mecánica que amortigua los golpes, los impactos y las vibraciones durante el transporte de instrumentos musicales.
Pero no solo de golpes deben protegerse los instrumentos musicales: los cambios de temperatura pueden alterar la forma de los instrumentos de madera o de metal como guitarras o baterías, provocando su dilatación y contracción, lo que puede modificar su sonoridad e incluso causar roturas y grietas. Para el correcto mantenimiento de estos utensilios, el poliestireno expandido (EPS) ofrece propiedades de aislamiento térmico y resistencia a la humedad. Constituye, por lo tanto, una garantía para almacenar estos instrumentos de madera en trasteros y almacenes garantizando su integridad para que la música siempre salga ganando.