Los edificios de consumo casi nulo de energía (EECN) han pasado en poco años de constituir una tendencia al alza en la arquitectura sostenible a convertirse, a las puertas de 2020, en un imperativo legal, ya que a partir de finales del año que viene todos los nuevos edificios que se construyan en los países de la Unión Europea tendrán que generar un consumo energético casi inexistente que, en cualquier caso, deberá cubrirse con fuentes renovables. El poliestireno expandido (EPS) está teniendo un papel protagonista tanto en obra nueva como en rehabilitación de viviendas para aislar térmicamente los inmuebles.
La directiva europea para impulsar la eficiencia energética de los edificios se centra, sobre todo, en la climatización de las viviendas y la gestión del agua. En concreto, se refiere a la calefacción y refrigeración de espacios, la ventilación, el agua caliente sanitaria y la iluminación integrada. El objetivo final de esta medida es descarbonizar el parque inmobiliario desligándolo de las energías fósiles. Y es que aproximadamente el 40% del consumo de energía en la Unión Europea se genera en los edificios.
En otras palabras, ha llegado la hora de las casas pasivas o Passivhaus. No es un concepto nuevo, ya que lo acuñó en los años 90 un grupo de arquitectos suecos y alemanes, pero ha ido ganando adeptos.
De acuerdo con la Plataforma Edificación Passivhaus (PEP), este estándar de construcción “combina un elevado confort interior con un consumo de energía muy bajo a un precio asequible, gracias al máximo cuidado del envolvente del edificio y a un sistema de ventilación controlada”. Según el Instituto Passivhaus, una casa pasiva consume hasta un 90% menos de energía que un edificio convencional.
Requisitos de las casas pasivas
Precisamente para proteger el medio ambiente, la arquitectura sostenible artífice de las casas pasivas se sirve del medio ambiente. Aspectos como la temperatura, la orientación de la vivienda respecto al sol o la distancia con el mar conforman un contexto climático que los arquitectos deben tener en cuenta desde la concepción del proyecto para dar con las soluciones que permitan captar mejor la luz solar y protegerlo frente al calor en verano. “Las casas pasivas hacen un uso eficiente del sol, las fuentes internas de calor y la recuperación de calor”, explica el Instituto Passivhaus. En verano, “utilizan técnicas de enfriamiento pasivo como el sombreado estratégico para mantenerse cómodamente frescas”.
Otro principio básico del Passivhaus que tienen en cuenta los arquitectos es el adecuado aislamiento de los edificios para evitar los puentes térmicos y, de este modo, reducir su demanda energética en climatización.
En países cálidos como España, los sistemas de protección solar móvil, fachadas con colores brillantes que reflejen la luz, ventanas con doble cristal y ventilación con recuperación de calor son medidas que pueden reducir drásticamente el consumo energético del edificio.
EPS en las casas pasivas
En esta carrera por reducir el consumo energético de los edificios, el poliestireno expandido (EPS) es uno de los materiales más utilizados de aislamiento térmico en construcción.
El Airpop con el que Knauf Industries produce paneles aislantes EPS está compuesto en un 98% por aire, y este es un conductor del calor muy pobre, por lo que tiene la propiedad de conservar la temperatura. Además, es un producto impermeable, ligero y fácil de instalar que ofrece una alta resistencia a la compresión.
Junto con la fibra de madera, el EPS es la opción que logra mejores resultados en la producción de aplicaciones de aislamiento, según la consultora suiza independiente Büro für Umweltchemie.
Asimismo, por cada litro de petróleo utilizado en la fabricación de aislamiento de EPS en construcción, se ahorran hasta 200 litros de combustible para calefacción durante la vida útil del material.